Durante el mes de febrero, me fui incorporando poco a poco a mi estudio. Aunque aún faltaban algunas estanterías por colocar, ya empezaba a familiarizarme con el nuevo espacio. Este mes me di cuenta de que no podía separarme de mi bebé, por lo que la sillita y la cuna terminaron en el estudio para poder verlo mientras trabajaba.
Algunos días lograba terminar un collage en una hora, pero otros días, el bebé y el proceso de composición me impedían culminar después de varias horas. Los collages resultaron ser volubles y cambiantes.
Este mes comencé a trabajar con composiciones utilizando pedacitos sobrantes de collages anteriores. Me gustan mucho, pero me di cuenta de que pegar partes tan pequeñas toma más tiempo del que pensaba. Hubo días en que odiaba mis collages, y otros en que los amaba, pero al final decidí confiar en el proceso y seguir adelante. También tuvé que encontrarme tiempo para pintar, taladrar y poner las repisas. 

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